Decíamos que el Cristo siempre se ha tenido que adaptar, en buena medida, al misterio, a las figuras secundarias que lo acompañan. Que se tenga constancia, la Hdad ha contado con dos misterios diferentes; dos grupos de judíos, romanos, sayones o como quiera que se les llame.
El acompañamiento siempre ha sido de tres, y al misterio antiguo lo conocemos por el citado, en la anterior entrada, inventario de 1862, y también por una entrevista del que fuera Hermano Mayor durante casi cuarenta años, D. Pedro Garrido Perelló, artífice en casi su totalidad del patrimonio que disfrutamos hoy en día. En las actas, en efecto, se nombran a tres sayones, que el soldado romano lucía casco, coraza y espadín, y que vestían túnicas de pana con calzones y adornos. Pero es, sin duda, mucho más rica la descripción que efectúa Garrido Perelló. Habla de memoria, pues conoció a dichos a judíos antes de comprar los actuales. Merece la pena transcribir textualmente: "Estas intervenciones cofradieras mías, comenzaron en la los Judíos, tan popular como simpática, pero no con los Judíos que ahora salen en procesión, sino con unas figuras pésimas y horrorosamente feas capaces de asustar al más valiente, que lucían unos trajes muy en consonancia con estas esculturas, entre los que destacaba un soldado romano con casco de madera y cartón que nosotros arreglábamos con purpurina y papel de chocolate, que lo convertían en plata y acero refulgente, siendo este centurión, el que sujetaba al Señor en la columna con soga habitualmente purpurinada para que resultase como de oro. También había el portador del Senatus, estandarte de terciopelo negro con letras doradas, y por último el judío más feo y contrahecho de los tres, mirando al Cristo hacía mofa sacándole la lengua".
Como se puede apreciar, no cambia mucho el sentido del misterio antiguo con el actual. Desconocemos la paternidad artística de los judíos primitivos, tampoco sabemos qué se hizo con ellos, aunque si tenemos que fiarnos de las descripciones, no se perdió mucho. Estableciendo una cronología, pudieron salir por primera vez a la vez que el Señor, esto es desde finales del S.XVIII o comienzos del XIX, hasta los albores del XX, en que fueron sustituidos por los actuales.
Los judíos actuales se compraron en 1912, en Casa Piazza (Sevilla) y fueron restaurados por Emilio Pizarro, para ser estrenados junto al nuevo paso en 1913. El romano, el sayón y el sanedrita, procedían de la sevillana Hdad del Valle. El centurión probablemente figurara en el primero de los pasos, en el de la Coronación de Espinas, siendo también un romano. Los otros dos cambiaron su sentido, siendo el sayón uno de los ladrones y el sanedrita el anunciador con la corneta del reo, ambos en el segundo de los pasos de la referida Hdad, el de la Cruz al Hombro.
Es un misterio que ha estado bastante tiempo indefinido y que ha sufrido ligeras transformaciones. Por ejemplo, durante los primeros años, el sanedrita seguía siendo el anunciador con la corneta, situándose en la delantera del paso. Ha sido la figura que más cambiado; poco después fue el portador del Senatus, rememorando a uno de los antiguos judíos, para volver a cambiar y ser un sanedrita, primero llevando la sentencia de muerte y luego, actualmente ya, un báculo. El sayón, inicialmente, iba con una cuerda sujetando al Cristo -también se puede decir que rememora al primitivo-, para más tarde el flagelo y, desde la transformación más historicista de 2005, nuevamente la cuerda. El romano nunca cambió, siempre ha llevado la caña y el casco, también como el antiguo, sólo que seguramente no resulta tan evidente en la mofa -recordemos que el anterior sacaba la lengua: mirando al Cristo hacía mofa sacándole la lengua-.
Se desconoce, más allá de la procedencia de la Cofradía sevillana, una posible autoría. Aunque recientes fuentes los atribuyen a Jerónimo Roldán (S.XVIII).
Son las figuras más secundarias más antiguas de la Ciudad, incluso pudiera darse el caso de ser más longevas que los propios Titulares de la Cofradía mercedaria. Cercano ya el primer Centenario de su estreno (1913-2013), forman el misterio más clásico de la vieja Onuba.
El acompañamiento siempre ha sido de tres, y al misterio antiguo lo conocemos por el citado, en la anterior entrada, inventario de 1862, y también por una entrevista del que fuera Hermano Mayor durante casi cuarenta años, D. Pedro Garrido Perelló, artífice en casi su totalidad del patrimonio que disfrutamos hoy en día. En las actas, en efecto, se nombran a tres sayones, que el soldado romano lucía casco, coraza y espadín, y que vestían túnicas de pana con calzones y adornos. Pero es, sin duda, mucho más rica la descripción que efectúa Garrido Perelló. Habla de memoria, pues conoció a dichos a judíos antes de comprar los actuales. Merece la pena transcribir textualmente: "Estas intervenciones cofradieras mías, comenzaron en la los Judíos, tan popular como simpática, pero no con los Judíos que ahora salen en procesión, sino con unas figuras pésimas y horrorosamente feas capaces de asustar al más valiente, que lucían unos trajes muy en consonancia con estas esculturas, entre los que destacaba un soldado romano con casco de madera y cartón que nosotros arreglábamos con purpurina y papel de chocolate, que lo convertían en plata y acero refulgente, siendo este centurión, el que sujetaba al Señor en la columna con soga habitualmente purpurinada para que resultase como de oro. También había el portador del Senatus, estandarte de terciopelo negro con letras doradas, y por último el judío más feo y contrahecho de los tres, mirando al Cristo hacía mofa sacándole la lengua".
Como se puede apreciar, no cambia mucho el sentido del misterio antiguo con el actual. Desconocemos la paternidad artística de los judíos primitivos, tampoco sabemos qué se hizo con ellos, aunque si tenemos que fiarnos de las descripciones, no se perdió mucho. Estableciendo una cronología, pudieron salir por primera vez a la vez que el Señor, esto es desde finales del S.XVIII o comienzos del XIX, hasta los albores del XX, en que fueron sustituidos por los actuales.
Los judíos actuales se compraron en 1912, en Casa Piazza (Sevilla) y fueron restaurados por Emilio Pizarro, para ser estrenados junto al nuevo paso en 1913. El romano, el sayón y el sanedrita, procedían de la sevillana Hdad del Valle. El centurión probablemente figurara en el primero de los pasos, en el de la Coronación de Espinas, siendo también un romano. Los otros dos cambiaron su sentido, siendo el sayón uno de los ladrones y el sanedrita el anunciador con la corneta del reo, ambos en el segundo de los pasos de la referida Hdad, el de la Cruz al Hombro.
Es un misterio que ha estado bastante tiempo indefinido y que ha sufrido ligeras transformaciones. Por ejemplo, durante los primeros años, el sanedrita seguía siendo el anunciador con la corneta, situándose en la delantera del paso. Ha sido la figura que más cambiado; poco después fue el portador del Senatus, rememorando a uno de los antiguos judíos, para volver a cambiar y ser un sanedrita, primero llevando la sentencia de muerte y luego, actualmente ya, un báculo. El sayón, inicialmente, iba con una cuerda sujetando al Cristo -también se puede decir que rememora al primitivo-, para más tarde el flagelo y, desde la transformación más historicista de 2005, nuevamente la cuerda. El romano nunca cambió, siempre ha llevado la caña y el casco, también como el antiguo, sólo que seguramente no resulta tan evidente en la mofa -recordemos que el anterior sacaba la lengua: mirando al Cristo hacía mofa sacándole la lengua-.
Se desconoce, más allá de la procedencia de la Cofradía sevillana, una posible autoría. Aunque recientes fuentes los atribuyen a Jerónimo Roldán (S.XVIII).
Son las figuras más secundarias más antiguas de la Ciudad, incluso pudiera darse el caso de ser más longevas que los propios Titulares de la Cofradía mercedaria. Cercano ya el primer Centenario de su estreno (1913-2013), forman el misterio más clásico de la vieja Onuba.
Ya en los años veinte del pasado siglo, el sayón cambia la cuerda por el látigo y el sanedrita la trompeta por el Senatus.
Los Judíos en la Exposición cofrade organizada por el Consejo de Hdades de Huelva, año 2009.
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